3. Y ni siquiera le exigieron a Tito, mi compañero, que se circuncidara, a pesar de que era griego.
4. El hecho es que algunos mal llamados hermanos fueron a observar disimuladamente la libertad que teníamos en Cristo Jesús, y ¡querían encadenarnos a sus leyes como si fuéramos esclavos!
5. Pero no les hicimos caso ni un momento, pues queríamos que la verdad del evangelio permaneciera entre ustedes.
6. Los grandes dirigentes de la iglesia no añadieron ni una tilde a mi mensaje. (No es que me importe que hayan sido grandes, porque Dios no juzga por las aparencias.)
10. Eso sí, nos pidieron que recordáramos a los pobres, cosa que por mi parte he procurado hacer con todo cuidado.
11. Pero cuando después me encontré con Pedro en Antioquía, me opuse a él en público, y le critiqué fuertemente algo que estaba haciendo.
12. Cuando llegó, comió con los cristianos gentiles. Pero cuando llegaron ciertos judíos amigos de Jacobo, no quiso volver a comer con los gentiles por temor a lo que pudieran decir aquellos que afirman que es necesario circuncidarse.
13. Y a la hipocresía de Pedro se unieron los demás cristianos judíos, incluso Bernabé.
14. Ante ello, y comprendiendo que no estaban actuando rectamente, conforme a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de los demás: «Tú, que eres judío, has estado portándote como si no lo fueras. ¿A qué viene ahora que, de pronto, te pongas a decirles a estos gentiles que deben vivir como si fueran judíos?