1. Jetro, suegro de Moisés y sacerdote de Madián, supo las maravillosas cosas que el SEÑOR había hecho por su pueblo Israel y por Moisés, y cómo el SEÑOR los había sacado de Egipto.
10. Y exclamó: «¡Bendito sea el SEÑOR, porque te ha salvado de los egipcios y del faraón, y ha rescatado a Israel!
11. Yo sé que el SEÑOR es mayor que cualquier otro dios, porque libró a su pueblo de la soberbia y de la crueldad de los egipcios».
12. Luego, Jetro ofreció sacrificios a Dios. Aarón y los líderes de Israel fueron a ver a Jetro, y todos juntos comieron del sacrificio delante de Dios.
13. Al día siguiente, como de costumbre, Moisés se sentó desde la mañana hasta la tarde a escuchar los problemas que la gente venía a contarle. Mientras Moisés atendía a unos, los demás permanecían de pie.
14. Cuando Jetro vio la manera como Moisés atendía al pueblo, le dijo:—¿Por qué estás tratando de hacer todo esto tú solo, y la gente tiene que estar parada todo el día esperando a que la atiendas?
15-16. —Porque el pueblo viene a mí con sus problemas para consultar a Dios —respondió Moisés—. Yo soy el juez y debo decidir quién tiene la razón y quién está equivocado. Además, debo enseñarles los mandamientos y enseñanzas de Dios.