Deuteronomio 1:19-21-37 Nueva Biblia al Día (NBD)

2-3. Las palabras fueron pronunciadas el primer día del mes undécimo; habían pasado cuarenta años desde el momento en que el pueblo de Israel dejó el monte Horeb (aunque el viaje a pie desde el monte Horeb hasta Cades Barnea normalmente solo dura once días, siguiendo la vía del monte Seír).

4. Sijón, rey de los amorreos, había sido ya derrotado en Hesbón y el rey Og de Basán había sido derrotado en Astarot, cerca de Edrey.

5. Éstas, pues, son las palabras que Moisés declaró ante el pueblo de Israel:

6. «Hace cuarenta años, junto al monte Horeb, el SEÑOR, nuestro Dios, nos dijo: “Ya han estado aquí largo tiempo.

7. Vayan ahora y ocupen la región montañosa de los amorreos, el valle del Arabá, el Néguev, y toda la tierra de Canaán y el Líbano: toda el área desde las costas del mar Mediterráneo hasta el río Éufrates.

8. Yo se la doy a ustedes. Entren y poséanla, porque es la tierra que el SEÑOR prometió a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob, y a todos sus descendientes”.

9. »En aquel tiempo le dije al pueblo: “Ayúdenme. Ustedes son una gran carga para que yo la lleve solo,

19-21. »Luego nos alejamos del monte Horeb y viajamos a través del desierto grande y terrible, y llegamos finalmente a las montañas de los amorreos a las cuales el SEÑOR nuestro Dios nos había dirigido. Estábamos entonces en Cades Barnea (en el Límite con la Tierra prometida) y le dije al pueblo: “El SEÑOR, el Dios de nuestros antepasados, nos ha dado esta tierra. Vayan y poséanla como él nos ha dicho. No teman, ni duden”.

22. »Pero los israelitas replicaron: “Deja que primero enviemos espías para descubrir el mejor camino de entrada y para decidir qué ciudades debemos capturar en primer lugar”.

23. »Esto me pareció bien, por lo que elegí doce espías, uno de cada tribu.

24-25. Los espías cruzaron las colinas y llegaron al valle de Escol, y volvieron con muestras de las frutas que allí se producían. Una sola mirada bastó para convencernos de que la tierra que el SEÑOR nos había dado era una tierra buena.

26. »Pero el pueblo no quiso entrar y se rebeló contra el mandamiento del SEÑOR.

27. Todos a una sola voz murmuraron y se quejaron en sus tiendas y dijeron: “El SEÑOR debe aborrecernos pues nos ha sacado de Egipto para ser asesinados en el desierto por estos amorreos.

28. ¿A dónde vamos a entrar? Nuestros hermanos que han visitado la tierra nos han atemorizado con todo lo que nos contaron. Dicen que la gente de esa tierra es alta y fuerte, y que los muros de sus ciudades llegan hasta el cielo. Por si fuera poco, han visto gigantes allí: los descendientes de Anac”.

29. »Pero yo les dije: “No teman.

30. El SEÑOR nuestro Dios irá delante, y peleará por ustedes como lo hizo en Egipto.

31. Él nos ha cuidado en nuestra peregrinación por el desierto de la manera que un padre cuida a sus hijos”.

32. Pero nada de lo que les dije los convenció. No quisieron creer al SEÑOR nuestro Dios,

33. quien los había guiado por el camino y había elegido los mejores lugares para que acamparan, y los había guiado con una columna de fuego por la noche y una columna de nubes durante el día.

34. »El SEÑOR oyó la queja de los israelitas y se enojó.

35. Juró que nadie de esa generación viviría para ver las bondades de la tierra que había prometido a sus antepasados.

36. Caleb (hijo de Jefone) es el único que, por haber confiado completamente en el SEÑOR, recibirá, para él y sus descendientes, como heredad personal parte de la tierra sobre la cual había andado.

37. »Y el SEÑOR también se enojó conmigo por causa del pueblo, y me dijo: “Tampoco tú entrarás en la tierra prometida.

Deuteronomio 1