5. ¡Aparta de mí la mirada, pues tus ojos me han vencido! Tus cabellos, derramándose sobre tu rostro, son como rebaño de cabras que retozan por las laderas de Galaad.
6. Tus dientes son como rebaños de cabritas recién lavados; perfectos y completos.
7. Tus mejillas son como dos mitades de granadas tras el velo.
8. Pueden ser sesenta las reinas y ochenta las princesas, así como incontables vírgenes a mi disposición.
9. Pero tú, paloma mía, eres la única entre todas. La hija consentida de su madre. Encantadas quedaron las mujeres de Jerusalén al verte, y hasta las reinas y princesas te alaban.
10. ¿Quién es ésta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, impresionante como las estrellas del cielo.
11. Bajé al bosquecillo de nogales y salí al valle para contemplar la primavera, para ver si ya retoñaban las viñas o florecían los granados.