3. El rey Salmanasar, de Asiria, atacó y derrotó al rey Oseas, por lo que Israel tuvo que pagar un pesado tributo anual a Asiria.
4. Pero un día, el rey Oseas se rebeló contra el rey de Asiria, y pidió al faraón So, rey de Egipto, que le ayudara a librarse del poder de Asiria. Además, Oseas se negó a seguir pagándole el impuesto anual al rey de Asiria. Por eso, éste lo hizo arrestar, y lo metió en la cárcel.
5. Después, el rey de Asiria marchó contra Israel e invadió la tierra, y por tres años mantuvo sitiada la ciudad de Samaria, capital del reino.
6. Finalmente, en el año noveno del reinado de Oseas, Samaria cayó. Entonces el rey Salmanasar llevó cautivos a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán, que está junto al río Jabor, y en las ciudades de los medos.
7. Este desastre cayó sobre el pueblo de Israel, porque sus habitantes adoraron a otros dioses, pecando así contra el SEÑOR su Dios que los había sacado de la esclavitud de Egipto.
8. Habían seguido las malas costumbres de las naciones que el SEÑOR había expulsado delante de ellos, y las malas costumbres que habían introducido los reyes de Israel.
9. El pueblo de Israel, además, había hecho secretamente muchas cosas que eran malas. Habían edificado altares a otros dioses, a lo largo de toda la región.
27-28. El rey de Asiria ordenó entonces a uno de los sacerdotes exiliados de Samaria que regresara a Israel y enseñara a los nuevos residentes las leyes del Dios de la tierra. Un sacerdote, pues, regresó a Betel y enseñó a la gente de Babilonia la manera de adorar al SEÑOR.
29. Pero estos extranjeros también adoraban a sus propios dioses, a los que pusieron en los altares de las colinas, cerca de sus ciudades.
30. Los babilonios adoraban a su dios Sucot Benot; los de Cuta adoraban a su dios Nergal, los de Jamat adoraban a Asimá,
31. los aveos adoraban a Nibjaz y a Tartac, y los de Sefarvayin ofrecían en holocausto a sus hijos en los altares de sus dioses Adramélec y Anamélec.
32. A pesar de que adoraban al SEÑOR, nombraron, de entre el pueblo en general, sacerdotes que ofrecían sacrificios en los altares que habían construido en las colinas.
33. Así que, aunque adoraban al SEÑOR, siguieron manteniendo sus costumbres religiosas, tal como lo hacían cuando estaban en sus naciones de origen.
34. Todavía hacen lo mismo: siguen sus prácticas anteriores en vez de adorar en forma verdadera al SEÑOR, y obedecer las leyes que él les dio a los descendientes de Jacob (cuyo nombre más tarde le fue cambiado por el de Israel).
35-36. El SEÑOR había hecho un pacto con los israelitas, que tenía las siguientes condiciones:«No adoren a dioses paganos, ni se inclinen delante de ellos; no los alaben ni ofrezcan sacrificios. Adórenme solo a mí, que soy el SEÑOR, que los saqué de la tierra de Egipto con demostraciones grandiosas de poder.
37. Obedezcan todas las leyes que les di por escrito, y jamás adoren a otros dioses.
38. No olviden el pacto que hice con ustedes; por eso, no adoren jamás a otros dioses.
39. Adórenme solamente a mí, pues únicamente yo tengo el poder para librarlos de sus enemigos».