6. Puso oficiales militares que dirigieran al pueblo, y reunidos en las llanuras que estaban delante de la ciudad, los alentó con estas palabras:
7. «Sean fuertes y valientes. No teman al rey de Asiria ni a la multitud de guerreros que está con él, porque con nosotros está quien es mucho mayor que él.
8. Él cuenta solamente con un poderoso brazo de carne, mientras que nosotros tenemos al SEÑOR nuestro Dios, y será él quien pelee por nosotros».Esto los alentó grandemente.
9. Poco después, el rey Senaquerib, de Asiria, que estaba sitiando la ciudad de Laquis, envió embajadores con este mensaje al rey Ezequías y a los ciudadanos de Jerusalén:
10. «El rey Senaquerib, de Asiria, pregunta: “¿Piensan, acaso, que podrán sobrevivir al sitio de Jerusalén?
11. Lo que el rey Ezequías les pide es un suicidio, pues al permanecer allí, van a morir de hambre y de sed. No le crean cuando les dice que el SEÑOR su Dios los salvará de mis manos.
12. ¿No comprenden que Ezequías fue quien destruyó los ídolos y los santuarios paganos, y ordenó a la gente de Judá y de Jerusalén que usen sólo un altar, y que quemen incienso solamente en él?
13. ¿No comprenden que yo y los reyes de Asiria que me precedieron jamás hemos fracasado y hemos vencido siempre a las naciones que hemos atacado? Los dioses de aquellas naciones no pudieron salvarlas.
14. Nombren solamente un caso cuando cualquiera, en cualquier lugar, haya podido resistirnos con éxito. ¿Qué los hace pensar que el Dios de ustedes va a ser mejor que los otros?
15. No permitan que Ezequías los engañe. No le crean. Repito: ningún dios ha podido librar de mí o de mis antepasados a su pueblo; ¡cuánto menos el Dios de ustedes!"».
16. De esta manera los embajadores se burlaban de Dios y de Ezequías el siervo de Dios, y los insultaban.
17. El rey Senaquerib también envió cartas en que insultaba al Dios de Israel. «Los dioses de las demás naciones no pudieron salvar a sus pueblos de mi mano, y el Dios de Ezequías tampoco podrá», decían sus cartas.
18. Los mensajeros que trajeron las cartas gritaron amenazas en el idioma judío al pueblo que estaba sobre los muros de la ciudad, para asustarlos y amedrentarlos.
19. Hablaban del Dios de Jerusalén como si hubiera sido un dios pagano, un ídolo hecho de mano.
20. Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz, clamaron en oración al Dios del cielo,
21. y el SEÑOR les envió un ángel que destruyó al ejército asirio con todos sus oficiales y generales. Senaquerib regresó a su tierra profundamente avergonzado. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo mataron allí.
22. De esta manera el SEÑOR salvó a Ezequías y al pueblo de Jerusalén. Y por fin hubo paz en su reino.