5. La viuda que ha quedado enteramente sola, acude a Dios en busca de ayuda y pasa día y noche en oración y súplica.
6. Pero la viuda que se entrega al placer, ya está muerta en vida.
7. Encárgales a todos estas reglas para que no tengan de qué acusarlos.
8. El que no se ocupa de los suyos, especialmente de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que un infiel.
9. Para que una viuda pueda estar inscrita en la lista, debe tener por lo menos sesenta años de edad y no haber tenido más de un esposo.
10. Tiene que haberse labrado una sana reputación por sus buenas obras, como por ejemplo, haber educado bien a sus hijos, haber sido hospitalaria, haber lavado los pies de los que son del pueblo santo, haber brindado ayuda a los que sufren y haber sido bondadosa en todo.
11. Las viudas más jóvenes no deben figurar en la lista porque lo más probable es que más adelante se dejen llevar por sus deseos, se alejen de Cristo y se quieran casar.
12. Así serán culpables de haber faltado a su compromiso anterior.
13. Además, se acostumbran a estar ociosas y andar de casa en casa y se vuelven perezosas, chismosas y entrometidas, hablando de lo que no deben.
14. Por eso, exhorto a las viudas jóvenes a que se casen de nuevo, que tengan hijos y que lleven bien su hogar. Así el enemigo no podrá hablar mal de ellas.
15. Temo que algunas ya se hayan descarriado para seguir a Satanás.
16. Si alguna mujer creyente tiene una viuda en la familia, está obligada a mantenerla, y no debe dejarle esta carga a la iglesia. Así la iglesia puede dedicar sus recursos al cuidado de las viudas que no tienen a nadie en este mundo.