34. Sin embargo, alguien disparó una flecha sin dirección y ésta hizo blanco en el rey Acab, por entre las uniones de su armadura. Entonces el rey ordenó al que conducía su carro: «Sácame de aquí, pues estoy herido».
35. La batalla se hizo cada vez más intensa a medida que transcurría el día. El rey Acab, herido, permanecía de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre que manaba de su herida corría por el piso del carro. Finalmente, al atardecer, murió.
36-37. Cuando el sol se estaba poniendo, se corrió la voz por el campamento: «¡El rey ha muerto! ¡Que todos regresen a sus ciudades! ¡Que cada uno vaya a su casa!»Fue así como murió el rey Acab. Llevaron su cuerpo a Samaria, y allí lo sepultaron.
38. Cuando su carro y su armadura fueron lavados junto al estanque de Samaria, donde las prostitutas se bañaban, los perros vinieron y lamieron la sangre del rey, tal como el SEÑOR lo había anunciado.
39. El resto de la historia de Acab, incluyendo el relato de la construcción del palacio de marfil y las ciudades que edificó, está escrito en los Anales de los Reyes de Israel.
40. Acab fue sepultado entre sus antepasados, y su hijo Ocozías fue el nuevo rey de Israel.