17. Por muchos que seamos, todos comemos del mismo pan, indicando que formamos parte de un solo cuerpo: el de Cristo.
18. Y el pueblo judío, que come de los sacrificios, ¿no entra en comunión con el altar?
19. ¿Qué estoy tratando de decir? ¿Digo que los ídolos que reciben sacrificios tienen vida y que tales sacrificios tienen valor?
20. No; de ninguna manera. Lo que digo es que los que ofrecen sacrificios a los ídolos, en realidad se los ofrecen a los demonios, y nunca a Dios. Y no quiero que ninguno de ustedes tenga comunión con los demonios.
21. No se puede beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios. No se puede participar de la mesa del Señor y también de la mesa de los demonios.
22. ¿Qué, pues? ¿Nos arriesgaremos a poner celoso al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
23. Es verdad que «todo está permitido», pero no todo es provechoso ni edifica a los demás.
24. Uno no puede pensar sólo en uno mismo. Hay que pensar en lo que conviene para el bien de los demás.