12. Cerca ya de la entrada del pueblo, una nutrida comitiva fúnebre del mismo pueblo llevaba a enterrar al hijo único de una madre que era viuda.
13. El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido y le dijo:—No llores.
14. Y acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús exclamó:—¡Muchacho, te ordeno que te levantes!