12. Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes.
13. Mientras esperas que yo llegue, dedícate a la lectura [de las Escrituras], a la exhortación y a la enseñanza.
14. No hagas estéril el don que hay en ti y que se te confirió cuando, por indicación profética, los presbíteros te impusieron las manos.