11. Al enterarnos, ha desfallecido nuestro corazón y vuestra llegada nos ha dejado a todos sin aliento, porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
12. Juradme, pues, ahora por el Señor que así como yo os he tratado con benevolencia, vosotros también trataréis con benevolencia a la casa de mi padre. Dadme una señal segura
13. de que respetaréis la vida de mi padre y de mi madre, de mis hermanos y hermanas, y de todos los suyos, y de que nos libraréis de la muerte.
14. Aquellos hombres le respondieron:—Nuestra vida a cambio de la vuestra, siempre que no nos denunciéis. Cuando el Señor nos haya entregado la tierra, te trataremos a ti con benevolencia y lealtad.
15. Ella los descolgó por la ventana con una soga, pues la casa en que vivía estaba adosada a la muralla.