20. abriéndonos un camino nuevo y viviente a través del velo, es decir, de su propia humanidad.
21. Jesús es, además, el gran sacerdote puesto al frente del pueblo de Dios.
22. Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe*, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.