32. Todavía insistió Abrahán:—¡Qué mi Señor no se enfade si insisto por última vez! ¿Y si no son más que diez los inocentes?El Señor respondió:—En atención a los diez, no la destruiré.
33. Cuando acabó de hablar con Abrahán, el Señor se marchó y Abrahán regresó a su tienda.