61. El Señor enviará contra ti, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres, incluso las que no se mencionan en el libro de esta ley.
62. Y vosotros, que como pueblo llegasteis a ser tan numerosos como las estrellas del cielo, quedaréis reducidos a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios.
63. Así como el Señor se complacía en multiplicarte y hacerte prosperar, ahora se complacerá en arrasaros y destruiros. ¡Seréis arrancados de la tierra adonde vais a entrar para tomarla en posesión!
64. El Señor te dispersará por todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí rendirás culto a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocisteis.
65. En esas naciones no hallarás paz ni descanso, porque el Señor hará que vivas atemorizado, triste y acongojado.
66. Tu vida estará pendiente de un hilo; tendrás miedo de día y de noche; nunca vivirás seguro.
67. Será tanto el miedo que se apoderará de ti y tales las cosas que verán tus ojos, que por la mañana dirás: «¡Ojalá fuera de noche!», y por la noche: «¡Ojalá fuera de día!».