4. Gente procedente de todas las ciudades de Judá se reunió para consultar al Señor.
5. Josafat se puso en pie en medio de la asamblea de Judá y Jerusalén, que se encontraba reunida ante el atrio nuevo del Templo del Señor,
6. y exclamó:—Señor, Dios de nuestros antepasados: tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas todos los reinos de las naciones y tienes el poder y la fuerza, sin que nadie pueda resistirte.
7. Tú, Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de esta tierra ante tu pueblo Israel y se la entregaste a perpetuidad a la descendencia de tu amigo Abrahán.
8. Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando:
9. «Si nos sobreviene alguna desgracia (guerra, castigo, epidemia o hambre), nos presentaremos ante ti en este Templo, donde reside tu nombre, te invocaremos en nuestra angustia, y tú nos escucharás y nos salvarás».
10. Ahí tienes a los amonitas, moabitas y habitantes de la montaña de Seír: tú no permitiste a Israel atravesar su territorio cuando venía de Egipto, sino que los evitaron para no tener que destruirlos.
11. Y ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la propiedad que nos diste en herencia.
12. Dios nuestro, dales su merecido, pues nosotros nos sentimos indefensos ante esta enorme multitud que nos ataca y no sabemos qué hacer, si no es poner en ti nuestra mirada.
13. Todos los judaítas estaban en pie ante el Señor con sus chiquillos, sus mujeres y sus hijos.
14. El espíritu del Señor inspiró entonces en medio de la asamblea a Jajaziel, hijo de Zacarías y descendiente de Benaías, Jeiel y Matanías, levita del clan de Asaf,
15. que dijo:—Prestad todos atención, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y rey Josafat. Esto os dice el Señor: No temáis ni os acobardéis ante esa gran multitud, porque la batalla no va con vosotros sino con Dios.
16. Mañana bajaréis hacia ellos cuando suban la cuesta de Sis y los encontraréis al final del arroyo, frente al desierto de Jeruel.
17. Pero no tendréis que luchar esta vez. Deteneos y quedaos quietos y veréis la victoria que os depara el Señor. Judá y Jerusalén, no temáis ni os acobardéis. Salid mañana a su encuentro, que el Señor estará con vosotros.