2. Y suspiramos anhelando ser sobrevestidos de esa nuestra morada celestial,
3. dando por supuesto que seremos revestidos y no despojados de ella.
4. En verdad, a los que vivimos en esta morada corporal nos abruma la aflicción, pues no queremos quedar desnudos, sino ser sobrevestidos de modo que lo mortal sea absorbido por la vida.
5. A eso precisamente nos ha destinado Dios, y como garantía nos ha dado el Espíritu.
6. Así que en todo momento estamos llenos de confianza sabiendo que, mientras el cuerpo sea nuestra morada, nos hallamos lejos del Señor
7. y caminamos guiados por la fe y no por lo que vemos.