5. Todos vosotros, en efecto, pertenecéis a la luz y al día, no a las tinieblas o a la noche.
6. Por lo tanto, no estemos dormidos, como están otros; vigilemos y vivamos sobriamente.
7. Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan.
8. Nosotros, en cambio, que pertenecemos al día, vivamos sobriamente, armados con la coraza de la fe y del amor y con el casco protector de la esperanza de la salvación.