11. Lo que realmente quería deciros en la carta es que no tengáis trato con quien presume de cristiano y es lujurioso, avaro, idólatra, calumniador, borracho o ladrón. Con alguien así, ¡ni sentarse a la mesa!
12. No me corresponde a mí juzgar a quienes no forman parte de la Iglesia. Pero juzgar a quienes forman parte de ella, sí es cosa vuestra.
13. A los que están fuera ya los juzgará Dios. Así que eliminad el malde entre vosotros.