33. Los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y la manada se precipitó por el despeñadero al lago y se ahogaron.
34. Cuando los que los cuidaban vieron lo que había sucedido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos.
35. Salió entonces la gente a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor.
36. Los que lo habían visto, les contaron cómo el que estaba endemoniado había sido sanado.
37. Entonces toda la gente (la multitud) de la región alrededor de los Gadarenos Le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y El, entrando a una barca, regresó.
38. Pero el hombre de quien habían salido los demonios Le rogaba que le permitiera estar con El; pero Jesús lo despidió, diciendo:
39. "Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas Dios ha hecho por ti." Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él.
40. Cuando Jesús volvió, la multitud Lo recibió con gozo , porque todos Lo habían estado esperando.
41. Entonces llegó un hombre llamado Jairo, que era un oficial de la sinagoga. Cayendo a los pies de Jesús, Le rogaba que entrara a su casa;
42. porque tenía una hija única, como de doce años, que estaba al borde de la muerte. Pero mientras El iba, la muchedumbre Lo apretaba.
43. Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, sin que nadie pudiera curarla,
44. se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de Su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre.
45. Y Jesús preguntó: "¿Quién es el que Me ha tocado?" Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: "Maestro, las multitudes Te aprietan y Te oprimen."
46. Pero Jesús dijo: "Alguien Me tocó, porque me di cuenta de que había salido poder de Mí."
47. Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de El, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual Lo había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
48. Y El le dijo: "Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz."
49. Mientras Jesús estaba todavía hablando, vino alguien de la casa de Jairo, oficial de la sinagoga, diciendo: "Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro."