13. Me hallaba en camino, majestad, cuando a eso del mediodía vi una luz del cielo más brillante que el sol, cuyo resplandor nos envolvió a mí y a mis compañeros de viaje.
14. Todos caímos al suelo, y yo escuché una voz que me decía en arameo*: “Saúl*, Saúl, ¿por qué me persigues? Te va a resultar duro dar coces contra el aguijón”.
15. Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?”. Y el Señor respondió: “Soy Jesús, a quien tú persigues.
16. Anda, levántate y ponte en pie; me he aparecido a ti para hacerte mi servidor y para que des testimonio de haberme visto y de lo que aún tengo que mostrarte.
17. Yo te libraré del pueblo judío y también de las naciones extranjeras, a las que he de enviarte