18. También entraron en contacto con él algunos filósofos epicúreos y estoicos*. Unos preguntaban:— ¿Qué podrá decir este charlatán?Otros, basándose en que anunciaba la buena nueva de Jesús y de la resurrección, comentaban:— Parece ser un propagandista de dioses extranjeros.
19. Así que, sin más miramientos, lo llevaron al Areópago y le preguntaron:— ¿Puede saberse qué nueva doctrina es esta que enseñas?
20. Pues nos estás martilleando los oídos con extrañas ideas y queremos saber qué significa todo esto.
21. (Téngase en cuenta que todos los atenienses, y también los residentes extranjeros, no se ocupaban más que de charlar sobre las últimas novedades).
22. Pablo, erguido en el centro del Areópago, tomó la palabra y se expresó así:— Atenienses: resulta a todas luces evidente que sois muy religiosos.