6. El profeta preguntó:— ¿Dónde ha caído?Le indicó el lugar y entonces Eliseo cortó un palo, lo arrojó allí y el hierro salió a flote.
7. Luego le dijo:— Sácalo.El otro extendió el brazo y lo sacó.
8. El rey de Siria estaba en guerra con Israel y reunió en consejo a sus oficiales para proponerles:— Acamparemos en tal sitio.
9. Entonces el profeta mandó decir al rey de Israel:— Procura no pasar por tal sitio, pues los sirios están acampados allí.
10. El rey de Israel envió gente al lugar que el profeta le había indicado. Y esto sucedió más de dos veces: el profeta le advertía y él tomaba precauciones.
11. El rey de Siria, desconcertado, reunió a sus oficiales y les dijo:— Decidme quién de los nuestros informa al rey de Israel.
12. Uno de los oficiales respondió:— Ninguno, majestad. Se trata de Eliseo, el profeta de Israel, que informa a su rey de todo cuanto hablas en tu intimidad.
13. Entonces el rey ordenó:— Id a averiguar dónde está y enviaré a capturarlo.Cuando le informaron que estaba en Dotán,
14. el rey de Siria envió allí un gran destacamento de tropas con caballos y carros, que llegaron de noche y cercaron la ciudad.
15. Cuando el criado del profeta se levantó al amanecer, salió y descubrió que un ejército cercaba la ciudad con caballos y carros. Entonces dijo a Eliseo:— ¡Ay, maestro! ¿Qué hacemos?
16. Él respondió:— No temas. Los nuestros son más que los de ellos.
17. Luego oró así:— Señor, ábrele los ojos para que pueda ver.El Señor abrió los ojos al criado y este vio que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.
18. Cuando los sirios bajaban a capturarlo, Eliseo oró de nuevo al Señor:— Deja ciega a esa gente.Y el Señor los dejó ciegos conforme a la petición de Eliseo.
19. Entonces Eliseo les dijo:— Este no es el camino, ni esta la ciudad. Seguidme y os llevaré hasta el hombre que buscáis.Y los llevó a Samaría.
20. Cuando llegaron a Samaría, Eliseo oró:— Señor, ábreles los ojos, para que puedan ver.El Señor les abrió los ojos y ellos descubrieron que estaban dentro de Samaría.
21. Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo:— Padre, ¿los mato?
22. No los mates. ¿Acaso acostumbras a matar a los que no has capturado con tu espada y tu arco? Ofréceles pan y agua, para que coman y beban y luego se marchen con su señor.
23. El rey les preparó un gran banquete y ellos comieron y bebieron. Luego los despidió y regresaron a su señor. A partir de entonces las bandas de sirios no volvieron a invadir territorio israelita.
24. Algún tiempo después, Benadad, rey de Siria, movilizó a todo su ejército y puso cerco a Samaría.
25. El hambre llegó a ser tan grave a causa del asedio, que una cabeza de burro llegó a costar ochenta siclos* de plata y un puñado de palomina, cinco siclos.