21. Todos salieron de la casa de Micaías llevando en primera fila a los niños, los animales y las pertenencias.
22. Los hombres de Dan ya estaban lejos de la casa de Micaías, pero él y sus vecinos se reunieron y salieron a buscar a los hombres de Dan y los alcanzaron.
23. Micaías empezó a gritar y los hombres de Dan se voltearon y dijeron: —¿Qué pasa, por qué gritas tanto?
24. Micaías dijo: —Ustedes se robaron las estatuas que yo mismo había hecho y se llevaron también a mi sacerdote. ¿Y ahora qué me queda? ¡Es el colmo que me pregunten qué pasa!
25. Los hombres de Dan respondieron: —Es mejor que no discutas con nosotros, muchos de los soldados tienen mal carácter y si se enojan te pueden atacar. No te expongas a que te maten o que maten a tu familia.
26. Micaías vio que esos hombres eran muy fuertes y que no podía luchar contra ellos. Así que dio la vuelta y regresó a su casa. Los hombres de Dan siguieron su camino.
27. Los hombres de Dan siguieron andando con el sacerdote y las estatuas que Micaías había hecho. Llegaron a Lais y atacaron a sus habitantes, que eran muy pacíficos y no estaban preparados para el ataque. Los hombres de Dan mataron a todos los de Lais a filo de espada y quemaron la ciudad.
28. La gente de Lais estaba muy lejos de los sidonios y no tenía trato con nadie, por eso no hubo nadie que ayudara a los de Lais. La ciudad de Lais estaba en un valle del pueblo de Bet Rejob. Después los hombres de Dan volvieron a construir la ciudad y se quedaron a vivir allí.
29. La ciudad se llamaba Lais pero los hombres de Dan le cambiaron el nombre por Dan en honor a su antepasado Dan, que era hijo de Israel.
30. En la nueva ciudad de Dan colocaron la estatua tallada. El sacerdote era Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés. Jonatán y sus hijos fueron sacerdotes de Dan hasta el exilio del pueblo de Israel.
31. La gente de Dan adoraba la estatua que Micaías había hecho y la siguieron adorando mientras la casa de Dios estuvo en Siló.