10. Al llegar allí verán que el territorio es muy grande. Allí no hace falta nada, la gente es pacífica y no está preparada para un ataque. Con seguridad que Dios nos dará esa tierra.
11. Entonces seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron de las ciudades de Zora y Estaol, armados y listos para el ataque.
12. Camino a la ciudad de Lais, los soldados acamparon en un lugar al occidente de Quiriat Yearín. Ese sitio donde acamparon se llama Campamento de Dan hasta el día de hoy.
13. Luego siguieron su camino hacia la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías.
14. Allí, los cinco hombres que habían estado explorando antes dijeron a los demás: —En una de estas casas hay un efod, algunos dioses caseros, una estatua tallada y una estatua cubierta de plata. Ya saben lo que hay que hacer, vayan por todo eso.
15. Entonces fueron hasta la casa de Micaías. Allí estaba el joven levita y lo saludaron.
16. Los seiscientos soldados de Dan se quedaron en la entrada. Todos los hombres estaban armados y listos para atacar.
17. El sacerdote se quedó en la entrada con los seiscientos soldados.
18. Los otros cinco hombres entraron en la casa y sacaron el efod, los dioses, la estatua tallada y la cubierta de plata. Cuando el sacerdote los vio, gritó: —¿Qué están haciendo?
19. Los cinco hombres dijeron: —¡Cállate! No digas una sola palabra y ven con nosotros, queremos que seas nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿No te parece mejor ser el sacerdote de toda una tribu de Israel que de la familia de un solo hombre?
20. El sacerdote se alegró, tomó el efod, los dioses y las estatuas, y se fue con los soldados de Dan.
21. Todos salieron de la casa de Micaías llevando en primera fila a los niños, los animales y las pertenencias.
22. Los hombres de Dan ya estaban lejos de la casa de Micaías, pero él y sus vecinos se reunieron y salieron a buscar a los hombres de Dan y los alcanzaron.
23. Micaías empezó a gritar y los hombres de Dan se voltearon y dijeron: —¿Qué pasa, por qué gritas tanto?
24. Micaías dijo: —Ustedes se robaron las estatuas que yo mismo había hecho y se llevaron también a mi sacerdote. ¿Y ahora qué me queda? ¡Es el colmo que me pregunten qué pasa!