28. Pero el rey de los amonitas no hizo caso del mensaje de Jefté.
29. Jefté, lleno del Espíritu del SEÑOR, recorrió Galaad y Manasés. En Galaad pasó por la ciudad de Mizpa y de allí fue a la tierra de los amonitas.
30. Jefté hizo una promesa al SEÑOR, diciéndole: «Si me ayudas a vencer a los amonitas, entonces al regresar victorioso te haré una ofrenda.
31. La ofrenda será la primera persona que salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese».
32. Jefté fue a pelear contra los amonitas y el SEÑOR le ayudó a ganar.
33. Jefté venció a veinte pueblos desde Aroer hasta Minit y hasta Abel Queramín. Así fue como los israelitas dominaron a los amonitas.
34. Jefté regresó a su casa en la ciudad de Mizpa. La primera persona que salió a recibirlo fue su única hija. Ella salió feliz tocando un tamborcillo y bailando.
35. Cuando Jefté vio a su hija que salía primero, se desgarró la ropa para mostrar su tristeza, y dijo: —¡Hija mía, me has destrozado! ¡Me estás causando una gran tristeza! ¡Le hice una promesa al SEÑOR y no puedo romperla!
36. La niña dijo: —Papá, si has hecho una promesa al SEÑOR, cumple lo que prometiste. Después de todo, el SEÑOR te ayudó a derrotar a tus enemigos, los amonitas.