16. La mitad del árbol la quema en el fuego y hace un asado; come la carne y queda satisfecho. También con ella se calienta y dice: «Me caliento en el calor del fuego».
17. Con el resto, hace un dios, su ídolo, se inclina y lo adora. Le reza y dice: «Sálvame, porque tú eres mi dios».
18. No saben ni entienden. Sus ojos están cerrados para que no puedan ver. Lo mismo pasa con su mente, para que no entiendan.
19. Ninguno se detiene a pensar y no cuentan con el conocimiento o entendimiento necesario para decir: «La mitad del árbol la quemé en el fuego y horneé pan sobre ella, asé carne y me la comí. ¿Cómo es que hago con el resto algo tan despreciable? ¿Cómo es que me estoy inclinando ante un pedazo de madera?»
20. Es como alimentarse de cenizas. Su mente trastornada lo ha llevado a desviarse. No se puede salvar a sí mismo, ni dirá: «Lo que tengo en mi mano es un fraude».
21. «Recuerda todo esto, Jacob, porque tú eres mi siervo, Israel. Yo te hice, tú eres mi siervo. Israel, nunca te echaré al olvido.