36. En vida, David hizo lo que Dios quería. Después murió y lo enterraron con sus antepasados. Su cuerpo se pudrió en la tumba,
37. pero Jesús, al que Dios resucitó de la muerte, no se pudrió en la tumba.
38-39. Entiendan esto, hermanos: el perdón que ustedes no pudieron alcanzar por medio de la ley de Moisés, lo reciben por medio de Jesús. Todo el que tiene fe en él es aprobado por Dios.