1. La ley era sólo una imagen borrosa de las bendiciones que llegarían en el futuro. La ley no es la verdadera bendición porque exige a la gente que ofrezca los mismos sacrificios todos los años. Los que se acercan a ofrecer culto a Dios siguen ofreciendo esos sacrificios, pero la ley jamás puede hacerlos perfectos.
2. Si la ley lo pudiera hacer, entonces ya estarían limpios, no se sentirían culpables de sus pecados y esos sacrificios ya hubieran dejado de ofrecerse.
3. Cada año los sacrificios sirven para recordarles sus pecados,