19. Dios mío, escucha mi oración y perdónanos. Dios mío, atiéndenos y no tardes en ayudarnos por amor a ti mismo, y por el bien de tu pueblo y de la ciudad en la que invocamos tu nombre».
20. Yo estaba orando y confesando mis pecados y los del pueblo de Israel. Estaba pidiendo al SEÑOR mi Dios que ayudara a su monte santo.
21. Mientras yo oraba, se acercó a mí el mismo Gabriel que se me apareció una vez en sueños. Vino volando en el momento de la ofrenda de la tarde.
22. Gabriel me ayudó a entender lo que no comprendía y me dijo: «Daniel, he venido acá para enseñarte y ayudarte a entender.
23. Cuando comenzaste tu oración, Dios te contestó. He venido a decirte que Dios te ama y que vas a entender tu visión porque eres un hombre inteligente.
24. Dios les ha dado a tu pueblo y a la ciudad santa un plazo de setenta semanas. Durante ese tiempo hay que dejar la maldad y el pecado. Hay que buscar la purificación por los errores cometidos. Deben promover una justicia que dure por siempre. Así la visión profética será confirmada y será consagrado el lugar santísimo.