16. Mi Señor, tú eres bondadoso y justo. Te ruego que no sigas enojado con Jerusalén que es tu ciudad y tu monte santo. Nosotros y nuestros padres cometimos muchos pecados, por eso la gente de las naciones vecinas se burla de tu pueblo.
17. »Dios nuestro Señor, te ruego que escuches esta oración de tu servidor. Por el bien de tu pueblo y el de todos, te pido que nos ayudes y que tengas compasión del dolor que ha causado la destrucción de tu templo.
18. ¡Dios mío, escúchame! Mira las ruinas de la ciudad que lleva tu nombre. Estoy suplicando tu misericordia porque sé que no nos hemos portado bien. Te suplico porque sé que eres bondadoso y misericordioso.
19. Dios mío, escucha mi oración y perdónanos. Dios mío, atiéndenos y no tardes en ayudarnos por amor a ti mismo, y por el bien de tu pueblo y de la ciudad en la que invocamos tu nombre».
20. Yo estaba orando y confesando mis pecados y los del pueblo de Israel. Estaba pidiendo al SEÑOR mi Dios que ayudara a su monte santo.
21. Mientras yo oraba, se acercó a mí el mismo Gabriel que se me apareció una vez en sueños. Vino volando en el momento de la ofrenda de la tarde.
22. Gabriel me ayudó a entender lo que no comprendía y me dijo: «Daniel, he venido acá para enseñarte y ayudarte a entender.
23. Cuando comenzaste tu oración, Dios te contestó. He venido a decirte que Dios te ama y que vas a entender tu visión porque eres un hombre inteligente.
24. Dios les ha dado a tu pueblo y a la ciudad santa un plazo de setenta semanas. Durante ese tiempo hay que dejar la maldad y el pecado. Hay que buscar la purificación por los errores cometidos. Deben promover una justicia que dure por siempre. Así la visión profética será confirmada y será consagrado el lugar santísimo.
25. »Daniel, entiende muy bien lo que te voy a decir. Pasarán siete semanas desde el momento en que se dio la orden de regresar y reconstruir Jerusalén hasta que llegue el rey ungido. Jerusalén tendrá de nuevo una plaza y un canal alrededor para protegerla. La construcción durará sesenta y dos semanas pero habrá mucha angustia en ese tiempo.
26. Cuando pasen las sesenta y dos semanas, el ungido morirá y se quedará sin nada. Luego, el pueblo del siguiente gobernante destruirá la ciudad y el santuario. El final llegará como una inundación. Habrá guerra hasta el final y todo quedará totalmente destruido, como Dios lo ha dispuesto.
27. Después, el gobernante hará un pacto con mucha gente durante una semana. Las ofrendas se interrumpirán durante media semana. En lugar de ellas, un hombre destructor pondrá ídolos abominables, pero Dios ha ordenado que el destructor sea completamente destruido».