14. Habíamos invadido la región del Néguev, donde viven los quereteos. Atacamos el territorio de Judá y de Caleb, y también incendiamos Siclag.
15. David le dijo al egipcio: —Guíanos hasta encontrar a esos bandidos. El egipcio le contestó: —Lo llevaré, pero jure por Dios que no me matará ni me entregará de nuevo a mi amo.
16. El egipcio los guió hasta donde estaban los amalecitas. Los encontraron dispersos por el suelo, comiendo y bebiendo, festejando el gran botín que habían tomado del territorio filisteo y de Judá.
17. David los atacó y los mató. Pelearon desde el amanecer hasta el anochecer del siguiente día. Ninguno de los amalecitas logró escapar, excepto por cuatrocientos hombres que se montaron en sus camellos y huyeron.
18. David recuperó el botín que habían tomado los amalecitas, inclusive a sus dos esposas.
19. No faltaba nada. Encontraron a todos los niños y ancianos, y también a todos sus hijos e hijas, y todas sus pertenencias valiosas.
20. David se apoderó de las ovejas y el ganado. La gente llevaba todo al frente y decía: «¡Este es el botín de David!»
21. David regresó al arroyo de Besor, donde se habían quedado los doscientos hombres que estaban débiles y cansados para seguirlo. Los hombres salieron al encuentro de David y los soldados que lo habían acompañado.
22. Entre los hombres que habían acompañado a David, había algunos que eran malos y problemáticos, y reclamaron: —Estos hombres no fueron con nosotros, así que no tenemos por qué compartir el botín con ellos. Que tomen sólo a sus esposas e hijos.
23. David les dijo: —No, hermanos míos, no hagan eso. Piensen en lo que el SEÑOR les dio. Él nos permitió derrotar al enemigo que nos atacó.