4. El que habla en lenguas se fortalece a sí mismo, pero el que profetiza fortalece a toda la iglesia.
5. Me gustaría que todos ustedes pudieran hablar en lenguas, pero me gustaría más que todos pudieran profetizar. Porque el que profetiza es más importante que el que habla en lenguas, a menos que alguien interprete, pues de esa manera sí puede fortalecer a la iglesia.
6. Entonces, hermanos ¿en qué les ayudo si les hablo en lenguas? Sólo les sirvo de ayuda si les hablo por medio del don de revelación, de conocimiento, de profecía o de enseñanza.
7. Lo mismo sucede con los objetos que suenan, por ejemplo la flauta o el arpa. Si los sonidos no son claros, nadie puede saber cuál es la melodía que se está tocando.
8. Y si la trompeta de guerra no suena bien, nadie va a alistarse para combatir.
9. Así sucede con ustedes, si hablan con palabras que no se pueden entender, nadie va a saber lo que dijeron. Será como hablarle al viento.