1. En el momento en que en Jerusalén, en el Templo de Dios, se ofrecía el incienso vespertino, Judit se postró rostro en tierra y, cubriéndose la cabeza con ceniza y dejando al descubierto el vestido de sayal que llevaba puesto, invocó al Señor en alta voz. Dijo Judit:
2. “Señor, Dios de mi antepasado Simeón*,en manos de quien pusiste una espadapara vengarse de aquellos extranjerosque profanaron el seno de una virgen*,la mancillaron, desnudaron su cuerpoy, cubriéndola de vergüenza, la deshonraron.Pero aunque tú dijiste: Eso no será así,ellos, sin embargo, lo hicieron.
3. Por eso entregaste a sus jefes a la muerte,y su lecho, que ellos usaron con engaño,también con engaño quedó ensangrentado.Destruiste a los esclavos y a los príncipes,a los príncipes en sus propios tronos.