26. Tengo muchas cosas que decir de ustedes, y muchas que condenar. Pero lo que digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad.
27. Ellos no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre;
28. así que Jesús añadió:— Cuando ustedes levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que “yo soy” y que no hago nada por mi propia cuenta; lo que aprendí del Padre, eso enseño.
29. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.
30. Al oírlo hablar así, muchos creyeron en él.
31. Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús:— Si se mantienen fieles a mi mensaje, serán verdaderamente mis discípulos,
32. conocerán la verdad y la verdad los hará libres.
33. Ellos le replicaron:— Nosotros somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie; ¿qué significa eso de que “seremos libres”?
34. — Yo les aseguro —les contestó Jesús— que todo el que comete pecado es esclavo del pecado.
35. Y el esclavo no forma parte de la familia de modo permanente; el hijo, por el contrario, es siempre miembro de la familia.