12h. Por lo tanto, debemos esforzarnos por asegurar un porvenir de paz y tranquilidad a todos los súbditos de nuestro reino,
12i. procediendo a hacer los cambios oportunos y juzgando siempre, con la mayor rectitud, los asuntos que se nos presenten.
12j. En cierta ocasión recibimos entre nosotros como huésped a un macedonio llamado Amán, hijo de Hamedata, hombre por completo ajeno a la auténtica sangre persa, y muy lejos de nuestra generosa forma de ser.
12k. Lo acogimos entre nosotros con los mismos sentimientos de humanidad con que tratamos a todo extranjero; luego se le dio el título de “padre nuestro”, y todos se postraban delante de él, porque llegó a ser la más alta dignidad del reino después de mí.
12l. Pero no satisfecha con eso su ambición, no sólo maquinó quitarme el reino, sino hasta la misma vida.