17r. ¡Líbrame con tu poder y socórreme, porque estoy sola y no tengo a nadie sino a ti, Señor!
17s. Tú, que conoces todas las cosas, sabes que odio la gloria de los malvados y aborrezco el lecho de los incircuncisos y de todo extranjero.
17t. Tú sabes en qué difícil situación me encuentro y cómo detesto la diadema que pongo sobre mi cabeza los días en que he de aparecer públicamente; la detesto como a paño menstrual, y jamás la llevo en mi vida privada.