17c. Tú, en efecto, que hiciste el cielo, la tierra y las innumerables maravillas que hay debajo del cielo, dominas sobre todo y nadie hay, Señor, que pueda oponerte resistencia.
17d. Tú lo sabes todo. Tú, Señor, sabes que, no por orgullo, arrogancia o ambición me he negado a arrodillarme ante el ensoberbecido Amán, a quien, por la salvación de Israel, estaría yo dispuesto hasta besarle los pies.
17e. Si me he negado ha sido por no dar a un ser humano el honor que sólo te corresponde a ti, oh Dios. Ante nadie me postraré que no seas tú, mi Señor; y no lo haré por arrogancia.
17f. Señor, Dios y Rey mío, Dios de Abrahán, perdona ahora a tu pueblo, porque quieren exterminarnos y destruir la que es tu heredad desde el principio.
17g. ¡No menosprecies al pueblo que tú mismo rescataste de Egipto!