4. El Señor entregó a los israelitas en poder de los reinos que nos rodean, para que fueran objeto de burla y desolación en medio de todos los pueblos vecinos, entre los cuales el Señor los había dispersado.
5. Quedamos, pues, sometidos en lugar de ser dominadores, porque pecamos contra el Señor Dios nuestro al no escuchar su voz.
6. Al Señor Dios nuestro pertenece la justicia; en cambio, a nosotros y a nuestros antepasados corresponde la vergüenza que hoy cubre nuestro rostro.
7. Todas esas desgracias con que el Señor nos había amenazado, han venido sobre nosotros.
8. Pero nosotros no hemos acudido en oración a la presencia del Señor; no le hemos suplicado que aparte los malos pensamientos del corazón de cada uno.