6. Sin compasión alguna, Jasón degolló a muchos de sus propios conciudadanos, sin percatarse de que una victoria sobre ellos representaba una tremenda derrota; pero él pensaba que estaba triunfando sobre sus enemigos, no sobre sus compatriotas.
7. A pesar de todo, no consiguió obtener el poder, por lo cual, llevando consigo la vergüenza de su traición, se vio forzado a huir de nuevo al país de los amonitas.
8. Lo perverso de su conducta le trajo un final desastroso*: cayó prisionero de Aretas, rey de los árabes y, aunque logró escapar, tuvo que huir de ciudad en ciudad. Así, perseguido por todos, odiado como apóstata de las leyes y abominado como verdugo de la patria y de sus compatriotas, fue a parar a Egipto.
9. Él, que había desterrado a muchos de su patria, murió en tierra extraña, entre los espartanos, donde había esperado hallar refugio gracias a su común origen con los judíos;
10. pero no hubo quien llorase su muerte, por cuanto él había dejado a muchos sin sepultura. Tampoco se le tributaron honras fúnebres ni fue enterrado en el sepulcro de sus antepasados.
11. Cuando el rey supo estas cosas llegó a la conclusión de que Judea pretendía sublevarse. Entonces, hecho una fiera, regresó de Egipto y pasó la ciudad por las armas.
12. Mandó a sus soldados que hirieran sin compasión a todos los que encontraran, y que degollaran a cualquiera que buscara refugio en las casas.
13. Hubo una matanza terrible de jóvenes y ancianos, una masacre de mujeres y niños, una carnicería de doncellas y niños de pecho.
14. Tan sólo en tres días hubo ochenta mil víctimas: cuarenta mil murieron asesinados y otros tantos fueron vendidos como esclavos.
15. Pero no contento con esto, aún tuvo Antíoco el atrevimiento de entrar en el Templo más santo de toda la tierra, llevando por guía a Menelao, traidor a sus leyes y a su patria.
16. Con sus manos impuras tomó el rey los objetos sagrados y se apoderó con manos sacrílegas de las ofrendas que otros reyes habían hecho para realzar la gloria y el honor del lugar.