36. Ahora, Señor santísimo, preserva para siempre libre de profanación esta casa recientemente purificada.
37. Denunciaron por entonces ante Nicanor a Razis, uno de los ancianos de Jerusalén, buen patriota y persona muy estimada, a quien, por su mucha generosidad, llamaban “padre de los judíos”.
38. En otros tiempos, cuando tuvo lugar la rebelión frente al paganismo, había defendido constantemente la causa judía, y había expuesto por ella su cuerpo y su vida con gran entereza.
39. Nicanor, deseando poner en evidencia la hostilidad que sentía hacia los judíos, envió más de quinientos soldados para arrestar a Razis;
40. pensaba que tal arresto significaría un duro golpe para ellos.
41. Pero cuando los soldados estaban ya a punto de penetrar en la torre donde Razis se encontraba y, tratando de forzar la puerta de entrada, iban a prender fuego a la torre y a quemar las puertas según las órdenes recibidas, Razis, viéndose acorralado, se arrojó sobre su propia espada.
42. Prefirió morir con nobleza antes que caer en manos de aquellos criminales y soportar sus indignos ultrajes.
43. Pero por causa de lo precipitado de la lucha, el golpe le falló y no fue mortal. Entonces, cuando ya los soldados estaban entrando por las puertas, se subió valerosamente a lo alto de la muralla y se lanzó con gran valor sobre la tropa.
44. Los soldados, al verlo, se apartaron rápidamente y él vino a dar en el espacio vacío.
45. Todavía respirando y lleno de ardor, se puso en pie y, sangrando por todas partes, pasó por medio de los soldados, se subió a una roca elevada,
46. y allí, casi desangrado, se arrancó las entrañas, las tomó con ambas manos y las arrojó sobre la tropa. De esta forma murió, pidiendo al Señor de la vida y del espíritu que un día se las devolviera.