25. Israel obtuvo aquel día una gran victoria;
26. en cuanto a los extranjeros que lograron salvarse, fueron a informar a Lisias de lo sucedido.
27. Lisias, al oír las noticias, se sintió desalentado y abatido, porque no le había ocurrido a Israel lo que él quería, ni se había cumplido lo ordenado por el rey.
28. Al año siguiente, Lisias dispuso un ejército de sesenta mil hombres escogidos y cinco mil jinetes dispuestos a luchar contra los israelitas.
29. Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas, con diez mil hombres, les salió al encuentro.
30. Al ver aquel poderoso ejército, oró diciendo:— Bendito seas, salvador de Israel, que abatiste la soberbia de un gigante por mano de tu siervo David y entregaste el ejército filisteo en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
31. Entrega ahora este ejército en manos de tu pueblo Israel y haz que se avergüencen de sus tropas y su caballería.
32. Infunde terror en ellos, destruye la soberbia que procede de su fuerza y hazlos temblar por su derrota.
33. Derríbalos con la espada de los que te aman, y que todos los que conocen tu nombre entonen para ti himnos de alabanza.
34. Los dos ejércitos se enfrentaron y cayeron en el combate unos cinco mil soldados del ejército de Lisias.
35. Este, al ver la derrota de los suyos y la valentía de Judas y sus soldados, dispuestos como estaban a vivir o morir con valor, se volvió a Antioquía, donde organizó un ejército de mercenarios todavía más numeroso para atacar de nuevo a Judea.
36. Judas y sus hermanos dijeron entonces:— Puesto que nuestros enemigos han sido derrotados, subamos ahora al Templo para purificarlo y consagrarlo.
37. Entonces el ejército en pleno subió al monte Sión.