33. Simón, por su parte, restauró las fortalezas de Judea, las rodeó de altas torres y grandes murallas con puertas y cerrojos, y las aprovisionó de víveres.
34. Después escogió Simón a unos hombres y los envió a pedir al rey Demetrio que eximiera de impuestos al país, pues lo único que había hecho Trifón fue saquearlo.
35. El rey Demetrio respondió con la siguiente carta al ruego que se le hacía:
36. “El rey Demetrio saluda al sumo sacerdote Simón, amigo de los reyes, y a los ancianos y a toda la nación judía.
37. Hemos recibido la corona de oro y la palma que ustedes nos han mandado. Estamos dispuestos a establecer con ustedes una paz completa, y a dar instrucciones a nuestros funcionarios para que los eximan del pago de impuestos.
38. Todos los tratados que hemos hecho con ustedes tienen un carácter definitivo; en cuanto a las fortalezas que ustedes han construido, quedarán en su poder.
39. Les perdonamos los errores y ofensas que han cometido hasta el día de hoy, y la corona que nos deben. Tampoco se les exigirá el pago de los impuestos correspondientes a Jerusalén.