10. porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle.
11. Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de El y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12. Y les advertía con insistencia que no revelaran su identidad.
13. Y subió al monte, llamó a los que El quiso, y ellos vinieron a El.
14. Y designó a doce, para que estuvieran con El y para enviarlos a predicar,