5. Por algo dice la Escritura: «Dios ama celosamente el espíritu que ha puesto dentro de nosotros.»
6. Pero Dios nos ayuda más con su bondad, pues la Escritura dice: «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con bondad a los humildes.»
7. Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y éste huirá de ustedes.
8. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores! ¡Purifiquen sus corazones, ustedes que quieren amar a Dios y al mundo a la vez!
9. ¡Aflíjanse, lloren y laméntense! ¡Que su risa se cambie en lágrimas y su alegría en tristeza!
10. Humíllense delante del Señor, y él los enaltecerá.
11. Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla.
12. Solamente hay uno que ha dado la ley y al mismo tiempo es Juez, y es aquel que puede salvar o condenar; tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?
13. Ahora oigan esto, ustedes, los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y allí pasaremos un año haciendo negocios y ganando dinero»,
14. ¡y ni siquiera saben lo que mañana será de su vida! Ustedes son como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece.
15. Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»
16. En cambio, ustedes insisten en hablar orgullosamente; y todo orgullo de esa clase es malo.
17. El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.