24. Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manos delante de todos, diciendo:—Yo no soy responsable de la muerte de este hombre; es cosa de ustedes.
25. Toda la gente contestó:—¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!
26. Entonces Pilato dejó libre a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.
27. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron toda la tropa alrededor de él.
28. Le quitaron su ropa, lo vistieron con una capa roja
29. y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían:—¡Viva el Rey de los judíos!
30. También lo escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza.