20. Pilato, que quería dejar libre a Jesús, les habló otra vez;
21. pero ellos gritaron más alto:—¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
22. Por tercera vez Pilato les dijo:—Pues ¿qué mal ha hecho? Yo no encuentro en él nada que merezca la pena de muerte. Lo voy a castigar y después lo dejaré libre.
23. Pero ellos insistían a gritos, pidiendo que lo crucificara; y tanto gritaron que consiguieron lo que querían.
24. Pilato decidió hacer lo que le estaban pidiendo;
25. así que dejó libre al hombre que habían escogido, el que estaba en la cárcel por rebelión y asesinato, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26. Cuando llevaron a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del campo, y lo hicieron cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús.
27. Mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él, lo seguían.
28. Pero Jesús las miró y les dijo:—Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos.
29. Porque vendrán días en que se dirá: “Dichosas las que no pueden tener hijos, las mujeres que no dieron a luz ni tuvieron hijos que criar.”
30. Entonces comenzará la gente a decir a los montes: “¡Caigan sobre nosotros!”, y a las colinas: “¡Escóndannos!”
31. Porque si con el árbol verde hacen todo esto, ¿qué no harán con el seco?
32. También llevaban a dos criminales, para crucificarlos junto con Jesús.
33. Cuando llegaron al sitio llamado La Calavera, crucificaron a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. [
34. Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»]Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
35. La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él, diciendo:—Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.