1. El Señor afirma: «¡Ay de los pastores que dejan que mis ovejas se pierdan y dispersen!»
2. El Señor, el Dios de Israel, dice a los pastores que gobiernan a su pueblo: «Ustedes han dispersado mis ovejas, las han hecho huir y no las han cuidado. Pues bien, yo tendré buen cuidado de castigar sus malas acciones. Yo, el Señor, lo afirmo.
3. Y yo mismo traeré el resto de mis ovejas de los países adonde las hice huir, las reuniré y las haré volver a sus pastos, para que tengan muchas crías.
28-29. ¡Si un profeta tiene un sueño, que diga que es un sueño, pero si recibe mi palabra, que la anuncie fielmente! No se puede comparar la paja con el trigo. Mi palabra es como el fuego, como un martillo que hace pedazos la roca. Yo, el Señor, lo afirmo.