18. Al día siguiente, la tempestad era todavía fuerte, así que comenzaron a arrojar al mar la carga del barco;
19. y al tercer día, con sus propias manos, arrojaron también los aparejos del barco.
20. Por muchos días no se dejaron ver ni el sol ni las estrellas, y con la gran tempestad que nos azotaba habíamos perdido ya toda esperanza de salvarnos.
21. Como habíamos pasado mucho tiempo sin comer, Pablo se levantó en medio de todos y dijo:—Señores, hubiera sido mejor hacerme caso y no salir de Creta; así habríamos evitado estos daños y perjuicios.