30. Aun entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán mentiras para que los creyentes los sigan.
31. Estén alerta; acuérdense de que durante tres años, de día y de noche, no dejé de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
32. »Ahora, hermanos, los encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para hacerlos crecer espiritualmente y darles todo lo que ha prometido a su pueblo santo.
33. No he querido para mí mismo ni el dinero ni la ropa de nadie;
34. al contrario, bien saben ustedes que trabajé con mis propias manos para conseguir lo necesario para mí y para los que estaban conmigo.
35. Siempre les he enseñado que así se debe trabajar y ayudar a los que están en necesidad, recordando aquellas palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.”»
36. Después de decir esto, Pablo se puso de rodillas y oró con todos ellos.
37. Todos lloraron, y abrazaron y besaron a Pablo.
38. Y estaban muy tristes, porque les había dicho que no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.